El viento golpea mi ventana
aturdiendo mis
pensamientos,
enmarañándolos de hojas secas,
que giran como un torbellino.
Levántate como el viento, ¡Vuela!
Levantando sábanas tendidas,
doblando árboles altivos,
arrastrando toda la suciedad
acumulada en el camino.
Ven viento amable...
y envuélveme en tu remolino,
hazme girar la danza del derviche.
Escucho atenta las notas de tu silbido,
que me acompañan...
en la soledad de mi camino.
Myriam Cobos