Cada escalón que subía, con sensual distinción, rompiendo
moldes, provocando…parecía valiente, decidida, pero en su interior vivía una
mujer herida, despierta, trascendente, subliminal…
Ella sabía contonear sus caderas como nadie lo había hecho
antes…a cada paso, a cada suspiro, contraía la respiración para parecer aún más
interesante, siempre subía…subía a veces hasta la cima a dónde nadie se había
atrevido jamás a subir…y muchos la seguían, para conseguir de sus labios un
beso, un mensaje, un atisbo de inocencia del que carecía…
Guardaba para sí secretos que nunca desvelaría….Mata Hari,
la llamaban…
Myriam Cobos