Cuanto daría,
por ver de nuevo,
tu sonrisa iluminando
la noche de mi día.
Cuanto daría,
por enredar un pensamiento,
en las ramas del árbol
de tu jardín.
Cuánto daría,
por abrazar tu mirada,
en la nostalgia perdida
de un amanecer
entre mis sábanas.
Cuánto daría, porque,
la araña de la vida,
nos inoculase
el mortal veneno del amor.
Myriam Caterina