Gloria a los grandes maestros, aquellos que nos enseñan,
que la vida hay que vivirla con el sentido
de querer aprender lo sencillo.
Cuántas veces nos perdemos entre sentencias y juicios.
Enredados en la redes de la desesperación buscamos una salida.
Entonces, los maestros iluminan el sendero,
ese sendero de trabajo y sufrimiento,
por el que ellos ya anduvieron,
Cuánto arte y cuánta gracia en esas manos flamencas,
esos pasos y esa solera, confluyen en los pasillos
de esa renombrada academia.
Belleza desprende el genio que la guarda
y ese duende travieso que se escapa
cada vez que se escucha una guitarra.
Flamenco le llaman al inmenso sentido
de expresar lo que uno siente.
Es compartir penas y alegrías, de una forma muy bella,
es arrojar el sentimiento, directo hacia las estrellas.
Myriam Caterina
Fotografía propiedad de Myriam Cobos