No culpes a la tarde que vino fresca,
ni a los duros fríos del invierno,
no culpes a la luna que no salió
ni a los duros fríos del invierno,
no culpes a la luna que no salió
por tu ventana atenta.
Eres tú quien decidió
que no hubiese fronteras,
que la noche se volviera día
y que la libertad te envolviera.
Brotaron tus alas de color dorado
aunque no supieras agitarlas,
fracturadas a la tierra te devolvieron,
no supiste, de nuevo, repararlas...
Myriam Cobos
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