Entiendo una Seguiriya…
porque he pasado hambre,
y he pasado frío,
y he dormido en el colchón del miedo
y me he enfrentado
a la cara negra de la muerte.
Entiendo un Martinete…
porque mi vida ha sido de trabajo duro,
de aguantar golpes y embestidas
sin rendirme nunca
buscando una salida.
Entiendo una Soleá…
porque soy madre
y rezo cada día
por la salud de mis hijas.
Entiendo una Toná…
porque mis abuelas
me hablaban de las penas
del campo y de la guerra,
también porque el silencio
y la soledad
me han peseguido el alma.
Sé lo que es vivir en una chabola,
y ser vecina de los gitanos,
bañarme en un barreño de zinc,
sentir la humedad hasta los huesos
y calentarme con una estufa de hollín.
Ver morir a mi madre en mis brazos
y sentir el abrazo de mi padre desde el cielo,
al que se fue demasiado temprano.
Sé lo que es levantarse y volverse a caer,
aguantar gritos, insultos y desprecios,
sé lo que es la vida,
defenderme con uñas y dientes
como gato panza arriba.
Aun así, creo que mi vida es bella
y también he tenido
muchas cosas buenas en ella.
Si cuando me ves
te regalo una sonrisa,
no es porque no sepa sufrir,
es porque te quiero regalar
un poco de mi alegría.
Desde mi alma entiendo,
que tú no entiendas,
de todo aquello,
que por desgracia entiendo.
Myriam Caterina
(Fotografía propiedad de pixabay)
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