En
la mágica noche de los Reyes Magos, veía cómo mis padres salían de casa, y más
tarde supe que iban a comprar los regalos. Yo les había entregado la carta días
antes, que con tanta ilusión había escrito, para que, según me decían, que se
la iban a entregar personalmente a los Reyes Magos. Su frase al marchar era:
"Vamos a encargar los Reyes".
Ahí
comenzaba mi noche mágica, donde la emoción y casi un poco de miedo me invadía
completamente.
Yo
era hija única y mientras tanto, me dejaban al cargo de mi abuela paterna.
Recuerdo
esos momentos como unos de los más hermosos de mi infancia. Mi abuela y yo,
sentadas en la cocina, junto a una estufa de carbón, me sentaba sobre sus
rodillas y mi abuela comenzaba a contarme historias mientras lentamente se iban
asando las castañas en la lumbre.
Me
hablaba de los Reyes Magos, de lo que a ella le traían cuando era pequeña, que
solía ser un puñado de castañas o de almendras garrapiñadas, y una "perra
chica", añadía siempre, de esas del agujerito en medio.
Me
contaba, con cuánta ilusión los esperaba, y sus ojos comenzaban a brillar, y
parecía convertirse en esa niña ilusionada como yo en esos momentos y mi
fantasía, de habitual desbordada, iba en aumento.
Me
contaba cómo los reyes Magos fueron a llevar regalos al Niño Jesús, que eran
Reyes y Mágicos.… Entonces mi corazón latía más fuerte…
¿Cómo
era posible, pensaba yo, cómo podía ser que esa misma noche pasaran por mi
casa, si eso había ocurrido hacía tantos años?...
Pero
mi abuela respondía: ¡Por eso son MAGOS! Entonces la emoción crecía, y yo
pensaba que, cómo podía ser, que alguien tan mágico, poderoso e importante, que
habían conocido nada más y nada menos que a Jesús, José y María, pudiesen venir
esa noche a mi humilde casa, por mí, una pequeña niña perdida en los confines
del mundo…
Y mi
abuela repetía con el brillo de la ilusión en los ojos… ¡Es que son Magos!
Entonces me parecía, que ser mago debía ser lo más maravilloso del mundo…
Después
comíamos las castañas, y mi abuela seguía contándome relatos y cuentos que ella
misma inventaba y que sabía que a mí me fascinaban...
Cuando
al fin llegaban mis padres la emoción era aún mayor ¡Habían podido ver a los
mismísimos Reyes Magos en persona, y les habían entregado mi carta y les habían
dicho que esa noche pasarían por mi casa a dejar regalos porque había sido muy
buena!...
Había
que irse a la cama...pero yo no podía con tanta emoción. Cantaba, reía,
bailaba, saltaba...el corazón me brincaba dentro del pecho...Pero me convencían
rápidamente diciéndome: que, si se hacía de día y no me había dormido, pasarían
de largo si me veían despierta, y no me dejarían nada.
Por
otro lado, me daba miedo, eso de que tres señores magos, tan importantes,
grandes, poderosos...apareciesen en mi casa en mitad de la noche, me imponía
bastante, pero el saber que me dejarían regalos me aliviaba esos pensamientos,
pues entonces no era como ahora, entonces los niños solo recibíamos regalos por
nuestro cumpleaños y por Reyes, sólo dos días al año, y a mí encima me pillaban
muy cercanos, por lo cual me pasaba todo el año soñando que este día llegase.
Antes
de ir a dormir, con especial cariño y dedicación preparaba, junto a mi madre,
una bandeja con turrones, polvorones, mazapanes...y tres copitas de anís, una
para cada Rey Mago, porque con tanto frío y tanto trabajo, debían animarse...
Lo
de dormir era otra historia, me tapaba la cabeza con las mantas y cerraba
fuertemente los ojos...y sin saber cómo, ni cuando, había amanecido...
Desde
la cama y aún con el miedo y la incertidumbre dentro, preguntaba a voces: ¿Han
venido ya los Reyes?
Y
una voz lejana y aún medio dormida de mi padre contestaba: "Sí, ya han
venido".
Entonces
daba un salto de la cama (mis padres también, pues no querían perderse mi cara
de sorpresa e ilusión), y comenzaba a ver paquetes de regalos esparcidos por el
suelo, en los más inesperados rincones, escondidos...yo solo había pedido una o
dos cosas, y aquello superaba siempre todas mis expectativas... ¡Había hasta
paja de los camellos por el suelo! Faltaban polvorones, pues quedaba solo el
envoltorio, y las copas ¡Estaban vacías! Hasta algunas conservaban el vaho de
haber bebido...
Sin
duda alguna, los Reyes Magos habían estado allí...Y yo, entonces, quedaba
totalmente convencida de que eran mágicos.
Cuando descubrí quienes eran los Reyes (Una profesora en clase tuvo el "detalle" de decírnoslo antes de Navidad), el agradecimiento hacia mis padres fue infinito, no tenía suficientes palabras de agradecimiento para ellos por haber cumplido mis sueños y mis ilusiones durante todos esos años, les estaré eternamente agradecida. Porque, aún con el paso de los años, en esta mágica noche de Reyes, siempre sigue viviendo en mí la intensa y maravillosa sensación, de que algo mágico, está a punto de suceder.
¡¡¡FELIZ Y MÁGICA NOCHE DE REYES!!!
Myriam Cobos
¡Preciosa historia Myriam! Contada magistralmente con la ternura y la islusión de esa niña que aún vive en ti.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir con tus lectores algo tan maravilloso.
¡Muchas gracias Jose Luis Giménez!
ResponderEliminarMe alegra saber que te ha gustado :)
Debemos conservar esa ilusión, emoción y ternura de la niñez,
y llevarla siempre en nuestro corazón.
Un fuerte abrazo :)
Es una historia verdaderamente maravillosa, es cierto, que a una la invade la ilusión y la magia en esta noche grata, la verdad siempre sueño que tres señores vienen cargaditos de regalos para los niños de todo el mundo. Te felicito amiga, por tu imaginación y llevar en ti esa niña que siempre has sido. Feliz Noche de Reyes Magos.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Ruth Pizarro Guzmán!
ResponderEliminarMe alegra saber que te ha gustado :)
Efectivamente debemos conservar esa imaginación y emoción de la niñez, eso nos hace sentirnos vivos y afrontar la vida con ilusión.
Felíz noche de Reyes!!!
Un fuerte abrazo :)
Mi comentario es parecido al que ya te han hecho tus anteriores amigos, si es verdad que esa ilusión e inocencia de la niñez es maravillosa.
ResponderEliminarUn abrazo, Juanita