Cuando más frio hace, se desnudan los árboles, y se quedan
tiritando en un eterno sueño del que pareciera imposible despertar. La soledad
que les acompaña, el silencio…guarda su esencia.
Despojados de la superficialidad de los adornos se muestran
tal y como son, y no como nosotros quisiéramos que fueran.
Deberíamos ser como los árboles en invierno, despojarnos de
nuestros artificios, mostrar nuestro interior, porque es lo más fuerte y
hermoso…
Las hojas y las flores del árbol son bellas, pero no
perduran, mueren con el primer soplo de viento, las primeras lluvias del otoño…
sin embargo, el tronco y sus ramas desnudas, son firmes, sencillas, fuertes,
humildes…como el alma…son tan fuertes que perduran a través del tiempo, de los
años, de los siglos, de la eternidad…
La Naturaleza es sabia, y nos enseña que lo verdaderamente
importante se encuentra en nuestro interior, de ahí sacamos la savia que nos
alimenta, la fuerza, el valor, la voluntad…y sobre todo el amor…que nos hace
renacer, y resurgir con más fuerza, cada nueva primavera.
Myriam Cobos
No hay comentarios:
Publicar un comentario