Me quedé
huérfana, huérfana cuando creí que no los necesitaba, que mi vida ya caminaba
sola rumbo a su destino, y sin embargo, ellos estaban ahí, presentes en mi
subconsciente, haciendo de soportes, de columnas de este templo zarandeado
tantas veces por los avatares de la existencia.
Estaban ahí
aunque no los sentía, aunque fuera solo para hacerme perder los estribos a
veces y otras para agudizar mi ingenio, otras para demostrarles mi amor y otras
para protestar por lo difícil que era tratar con ellos.
Ahora que no
están, me he quedado huérfana…ni siquiera siento su presencia etérea a mi lado,
sé que ya nadie cuidará de mí como cuando era niña, que el destino me ha puesto
ya en lo alto de la pirámide, en el lugar en el que ya no puedes subir más y
solo puedes descender.
Siento un
silencio del alma, creí encontrar la paz, pero sólo siento el vacío…
Myriam Cobos