Ya no me quedan palabras...
el silencio se apoderó del momento,
hasta los pájaros pararon del cantar,
el viento se silenció
y la chicharra molesta
paró de pronto de emitir sonido,
ni siquiera canta ya
a la hora de la siesta.
Tragué las palabras que tenía preparadas,
están ocultas en la profundidad de mi cuerpo,
nunca saldrán de allí dentro,
y vagarán perdidas,
desorientadas,
por la inmensidad del tiempo.
Myriam Cobos
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