donde la gente se disfraza,
viste su máscara más exitosa,
y salen a la calle,
felices por tapar su cara.
Pero no se dan cuenta,
que con una leve conversación,
rápido caen las caretas,
dejándonos ver sin disfraz,
su verdadero interior.
Risas, fiestas, algarabías...
disimulan su dolor.
Pronto llega la Cuaresma,
anciana, decrépita...
con su cortante azadón.
¡Bailemos amigos
Riamos, cantemos,
amemos hasta enloquecer.
Porque inexorable, el tiempo pasará,
y desde este feliz recuerdo,
gritaré: ¡QUÉ VIVA EL CARNAVAL!
Myriam Cobos
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