El baile nace de adentro,
innato arranque por tientos,
soleares, alegrías…
y desgarrados tarantos
por los que no pasa el tiempo.
Taconeándo va la niña,
y a todos les vuelve locos,
¡Baila niña! ¡Baila!
que se escuchen tus zapatos.
Con mucho arte y salero
alza la niña los brazos,
mirando alegre hacia el cielo,
pidiendo algún día
ir un tablao de flamenco.
Giros y requiebros,
siente la música dentro,
nació para bailarina
y se quedó en el intento.
Pero cuando la música suena
y a pesar de sus tormentos,
los pies se le mueven solos
y no puede detenerlos.
Myriam Cobos
Fotografía propiedad de Myriam Cobos
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