Creí que eras mi amigo
cuando contábamos juntos,
una a una, las estrellas.
una a una, las estrellas.
Creí que eras mi amigo
cuando hablábamos
de nuestras alegrías
y de nuestras penas,
de nuestra infancia,
y de nuestras experiencias.
de nuestras alegrías
y de nuestras penas,
de nuestra infancia,
y de nuestras experiencias.
Creí que eras mi amigo
cuando entrelazábamos las manos
y paseábamos nuestros sueños
por el jardín de la confianza,
creando de nuestros
profundos deseos
creando de nuestros
profundos deseos
una hermosa danza.
Creí, sin lugar a dudas,
que eras...
que eras...
mi amigo del alma.
Myriam Cobos
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