Si hay un tema que se muestra, generalmente, como un tabú en
cualquier ámbito, y aún más en el del Taichí en particular, es el del
Taichí y la Sexualidad, pero quienes enseñamos y practicamos Taichí, no
podemos olvidar este importantísimo tema, ya que va unido
intrínsecamente al ser humano, y que además le aporta unos sentimientos y
sensaciones, de lo más positivas, para su vida.
La
práctica del taichí mejora positivamente las relaciones sexuales, pues
todas las sensaciones y los sentimientos se intensifican, y la conexión
con la pareja se hace mucho más perceptible, el sentimiento de unión y
amor, el dar y recibir, la aceptación de lo que el otro es, lleva a
mejorar esa relación, lo cual, aporta evidentemente, al practicante de
Taichí, un grado más de felicidad a su vida cotidiana.
Sus
movimientos suaves, lentos y circulares, basados en la observación de
los ciclos de la Naturaleza, van desbloqueando los canales de energía
del cuerpo, generando vitalidad. La energía comienza entonces a
fortalecer los órganos internos, la estructura ósea, así como los
órganos sexuales, tanto femeninos, como masculinos, fortaleciendo
también los sistemas: digestivo, circulatorio, inmunológico y nervioso.
Fortalece
los músculos pélvicos, y aporta equilibrio en los planos emocional,
mental y corporal. Ayuda a controlar la respiración, que se logra
acompasar con la pareja, llegando a producirse una unión trascendental y
mística.
Cuando practicamos Taichí, cultivamos el chí en
nuestro propio cuerpo y de este modo, nos unimos al movimiento del
Universo y la Naturaleza, y si hay algo natural y universal en el ser
humano, desde que éste existe, es la sexualidad.
Según
afirma el profesor Juan Manuel Sesti: "Si el cuerpo está en armonía, la
relación entre hombre y mujer será de paz y tranquilidad".
El
Taichí desarrolla en sus practicantes el dominio físico, mental y
espiritual sobre su propio cuerpo, es consciente de éste y de cómo lo
utiliza.
El Taichí recupera y preserva la fuerza de vida o
energía vital. Cultiva la armonía tanto en la quietud, como en el
movimiento. Normaliza la producción hormonal y fortalece la región del
bajo vientre, la raíz de la vida.
El Taichí es el
movimiento de la unidad, y la unión y equilibrio de dos fuerzas polares y
complementarias: Yin y Yang, manifestadas en cielo y tierra, sol y
luna, hombre y mujer, cuerpo y espíritu.... Es la unión perfecta de lo
masculino y lo femenino. La interacción armónica de estas energías
genera y sustenta la vida y, por eso, hoy en día hay, hasta quienes lo
recomiendan, como un modo no invasivo de cultivar la fertilidad.
Myriam Cobos
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