El corazón roto del tigre lleva las huellas,
las garras clavadas en el alma,
y el pecho susurra en un suspiro desgarrado...
¿Por qué?¿ Por qué? Por qué?
Era el día que se volvió noche
y las nubes grises
que presagiaban tormenta
cubrían el cielo de mi vida,
amenazando un final apoteósico,
de llanto y cristales finos clavándose,
y no solo clavándose,
sino retorciéndose en la carne
causando un dolor extremo.
Sentir, vivir con eso, es crecer,
saber, y amar sin medida,
acariciando quimeras,
viviendo de sueños, de esperanzas,
siguiendo de pie, de frente y hacia delante…
con tu dolor a cuestas.
Por el rugido de la noche te despiertas,
pero no tienes miedo,
sabes que algún día…
terminará la tormenta.
Myriam Cobos
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