Cuando el tiempo se para
y la noche en su locura,
de vida se disfraza.
Desde el callejón se escuchan
los acordes de una guitarra,
quejíos que trae el viento,
es un sabor puro
de la cuna del flamenco.
La cadencia de un viejo tambor
reclama la atención de los viandantes,
pelucas, sombreros, antifaces...
La chirigota desata risas,
palmas y requiebros.
Tanguillos alegres, murgas delirantes,
pasodobles, cuplés y popurrís,
ni tan solo un instante
puedes parar de reír.
¡Pisha, ponme una de papas aliñás!
¡Riéte niño, que esto es gratis!
Qué dónde está la Viña...
está pá allá, pá allá, pá allá.
¡Cuánto arte hay en sus calles,
cuánto sentimiento en sus coplas,
cuánto amor destilan sus playas,
cuánta belleza divina!
Amanece en la bahía,
con sus aguas color turquesa,
el mar silente,
como lago de montaña,
tú,
a mi lado,
observando el paisaje,
y yo...
yo fundiéndome escondida,
en el azul perfecto
de tu mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario