Llegaste a mi vida como un huracán,
barriendo todo lo que me hacía daño,
secando mis lágrimas
con pañuelos de ilusión y locura,
jugando a ser un rey mago,
entre risas, silencios y letras.
Los juegos de niños,
que estaban olvidados,
renacían a cada instante
volviéndonos felices
por unos instantes.
Una frase rompió
los cristalinos fragmentos
que aún quedaban en pie.
Apareces y desapareces,
hasta pervivir, para siempre,
en la quietud de un monasterio antiguo,
iluminado, como mi esperanza,
por los últimos rayos de sol.
Myriam Caterina
No hay comentarios:
Publicar un comentario