Y pasó Filomena por Madrid
y arrasó con los árboles
que ya estaban enfermos
pidiendo tierra para morir.Les podó, cruel,
los sauces
más que nunca han llorado.
Se nos fueron
de los juegos infantiles,
de los primeros besos de amor.
Un recuerdo para ellos,
impertérritos testigos de los años,
un adiós agradecido y
una pena en mi corazón,
que llora al ver sus daños.