María calzaba las botas de la decepción, aquellas que sin
pensar se había puesto en invierno y que, en pleno agosto, seguían aplastando
sus pies.
María las sentía más pesadas cada día, le costaba andar,
hasta el aire le faltaba algunas veces para respirar.
Te fuiste -pensaba- ya nada es lo mismo sin ti.
Volaste lejos, pero aún escribo versos, con la esperanza de
que alguno se inserte en tu cuerpo, como el veneno que actúa en silencio, para
acabar impregnando el espacio que recorre el vacío de mi soledad.
Myriam Caterina
Fotografía propiedad de Myriam Cobos
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