Soy Myriam, ¿puedo compartir contigo un capítulo de mi
vida que cambió todo para siempre?
Todo empezó en un momento de incertidumbre
profunda...
No podía quedarme de brazos cruzados después de perder mi
trabajo de administrativo en la oficina del ministerio. Sin empleo y una
familia que dependía de mí, la angustia se apoderó de mi día a día. Fue en
medio de esa incertidumbre cuando una imagen en Facebook captó mi atención. Era
una serie de preguntas poderosas que despertaron algo dentro de mí.
"¿Qué harías todo el día sin cansarte? ¿Qué quieres
ofrecer al mundo? ¿Qué harías gratis?" - estas preguntas resonaron en mi
alma. Y entonces vino la pregunta que cambió mi vida: "¿Has pensado
dedicarte a ello?"
Me sumergí en esas preguntas. ¿Qué me apasionaba
realmente? Tres cosas vinieron a mi mente: amaba escribir, practicar taichi y
me intrigaban los temas espirituales. Así que decidí tomarme en serio esas
pasiones.
Mientras tanto, para trabajar en algo que me gustaba, me convertí en voluntaria de Greenpeace, una organización que siempre
admiré por su labor desde mi infancia. Fue como cumplir un sueño imposible.
Mientras exploraba mi compromiso con el medio ambiente,
me sumergí en el estudio para convertirme en profesora de Taichi.
Paralelamente, empecé a escribir mi primer libro y me aventuré en el fascinante
mundo de la Lectura de Registros Akáshicos. Mi vida estaba tomando un rumbo
completamente nuevo.
La etapa de voluntariado con Greenpeace fue hermosa, pero
pronto tuve que enfrentar nuevos desafíos. Mi madre empezó a experimentar
demencia, y necesitaba encontrar una salida de ese círculo de desafíos
constantes. Cada día, mantenía la esperanza de encontrar un trabajo que
encajara con mis nuevas pasiones.
Fue en ese momento que una amiga sugirió algo
maravilloso: dar clases particulares de Taichi los domingos por la mañana en el
parque. Este pequeño acto, no solo marcó el inicio de mi carrera como
profesora, sino que también se convirtió en un bálsamo emocional. Salir al
parque, compartir una clase con mi amiga y transmitir mi amor por el Taichi me
llenaba de fuerzas para seguir adelante, y además, yo seguía escribiendo...
A pesar de los desafíos, no perdí la determinación.
Continué enviando currículums, solicitudes, echando flayers, y no dejé de
soñar. Hasta que finalmente, llegó la llamada de un centro de mayores del
ayuntamiento para una suplencia. Desde ese momento, las oportunidades para
enseñar Taichi se multiplicaron: en casas, en centros del Ayuntamiento, de la
Comunidad de Madrid, centros privados, escuelas... y en el parque donde todo
comenzó.
No he dejado de enseñar desde entonces. Cada clase, cada
gesto, y cada aprendizaje compartido con mis alumnos se ha convertido en mi
razón de ser. Enseñar Taichi no solo me dio un medio de vida, sino que también
me sacó de las dificultades familiares, personales y económicas. Cada
movimiento, cada respiración, se ha convertido en un puente hacia la felicidad
y la salud, no solo para mis alumnos, sino también para mí.
Esta historia no es solo mía, gracias a todos los que me
leéis por ser parte de ella.
"Cuando crees que todo es posible, lo imposible sucede"
Myriam Caterina (Myriam Cobos)