domingo, 20 de septiembre de 2020

QUÉ NOS SALVE LA POESÍA

 

Qué nos salve la poesía,

de morir en el intento

de sobrevivir a un mundo de injusticias.

Qué nos salve la poesía,

de naufragar en el mar de la vorágine

que provocan las malas energías.

Qué nos salve la poesía,

de desfallecer cuando las ganas

se nos hunden bajo tierra.

Cuando sientas que se te acaba la vida,

mira al cielo y lanza este grito de guerra:

¡Qué nos salve la poesía!

Myriam Caterina

Fotografía propiedad de Myriam Cobos



sábado, 19 de septiembre de 2020

De Madrid...

Ese cielo de Madrid que se desploma, que cae estruendoso sobre la acera, ese Madrid preotoñal que te despierta los sabores de una nostalgia imperecedera. Ese Madrid susurra, clama, cacerolea, aplaude... cuando llega la ocasión .


Golpeado, alabado, denostado, amado, odiado, añorado...ese Madrid del que quieres marchar y al que quieres volver con las mismas ganas.

Todos son Madrileños, aunque hayan nacido a mil kilómetros.  Madrid es de quienes van al trabajo en metro, de quienes juegan en sus parques, de quienes limpian sus calles y celebran reuniones en las terrazas de sus numerosos bares.

En Madrid nos quejamos de los atascos, las aglomeraciones, de la suciedad, los coches, las colas, la contaminación, los políticos, las prisas, las sirenas, el estrés, las voces...

Deseamos huir de ese alboroto, pero cuando nos vamos lejos, y han pasado algunos días,  un gusanillo empieza a subir desde el estómago al corazón, y por muy bien que estés, tu alma te grita: !Quiero volver a casa!

Myriam Caterina
Fotografía propiedad de Myriam Cobos



lunes, 7 de septiembre de 2020

LE DIJO LA TIERRA AL MAR:

Le dijo la tierra al mar:

Adéntrate en mi orilla,
sintamos en el silencio
caer la noche
Myriam Caterina
Fotografía propiedad de Myriam Cobos



domingo, 6 de septiembre de 2020

MI PATIO

 "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero", decía Antonio Machado. 

Mi infancia son también recuerdos de un patio, 

de Madrid, no de Sevilla. 

El patio de mi abuela, 

donde maduraban los higos en la higuera

y las uvas en la parra, 

donde un peral daba peritas de San Juan

y se adelantaba a todos en primavera.

Un patio que olía a jazmines,

rosas, alhelíes y yerbabuena. 

Un patio con una fuente

y un tablero de ajedrez 

dibujado con losetas.

Un patio donde, en una hamaca

en las siestas de verano,

miraba las nubes y soñaba... 

Donde una nutrida fauna de caracoles,

hormigas, y arañas,

en mi soledad me acompañaban. 

No te resulte extraño, 

que para la vejez, 

quiera pasar mis días 

en una casita con patio, 

y aunque te cause risa, 

como yo suelo decir,

 en un patio con casa.

 Myriam Caterina