martes, 24 de marzo de 2020

TODO CAMBIA


Cuando nos podamos abrazar
y sentir nuestra piel caliente,
el roce de nuestras mejillas
y la caricia del viento.

Cuando podamos hundir
nuestros pies bajo la arena
y volver a  ser mecidos
por las olas del mar.

Cuando volvamos a la vida…

Ya no seremos los mismos,
ni el mar será ya el mar,
ni la tierra será ya la tierra,
ni tú, serás ya el que eras
antes de la pandemia.

Todo habrá cambiado…
Añorarás el abrazo de tu hermano,
el beso de tu abuela
y hasta al compañero del trabajo.

La luz brillará de nuevo
y será una vida diferente,
seguramente mejor,
pero distinta.

Nos miraremos de frente
mientras hablamos
y seremos capaces de ver
en los ojos del otro,
esa lágrima, que por coraje,
nunca se atrevió a caer.

Myriam Caterina
Fotografía propiedad de Myriam Cobos



domingo, 8 de marzo de 2020

CARNAVAL DE CÁDIZ

Cuando el tiempo se para

y la noche en su locura,

de vida se disfraza.

Desde el callejón se escuchan

los acordes de una guitarra,

quejíos que trae el viento,

es un sabor puro 

de la cuna del flamenco.

La cadencia de un viejo tambor

reclama la atención de los viandantes,

pelucas, sombreros, antifaces...

La chirigota desata risas,

palmas y requiebros.

Tanguillos alegres, murgas delirantes,

pasodobles, cuplés y popurrís,

ni tan solo un instante

puedes parar de reír.

¡Pisha, ponme una de papas aliñás!

¡Riéte niño, que esto es gratis!

Qué dónde está la Viña...

está pá allá, pá allá, pá allá.

¡Cuánto arte hay en sus calles,

cuánto sentimiento en sus coplas,

cuánto amor destilan sus playas,

cuánta belleza divina!

Amanece en la bahía,

con sus aguas color turquesa,

el mar silente,

como lago de montaña,

tú, 

a mi lado,

observando el paisaje,

y yo...

yo fundiéndome escondida,

en el azul perfecto

de tu mirada. 

Myriam Caterina
Fotografía propiedad de Myriam Cobos






SOMOS NIÑOS

Llegaste a mi vida como un huracán, 
barriendo todo lo que me hacía daño,
secando mis lágrimas 
con pañuelos de ilusión y locura,
jugando a ser un rey mago,
entre risas, silencios y letras.
Los juegos de niños,
que estaban olvidados,
renacían a cada instante
volviéndonos felices
por unos instantes.
Una frase rompió
los cristalinos fragmentos
que aún quedaban en pie.
Apareces y desapareces, 
hasta pervivir, para siempre, 
en la quietud de un monasterio antiguo,
iluminado, como mi esperanza,
por los últimos rayos de sol.
Myriam Caterina