viernes, 8 de agosto de 2014

ARTÍCULO SOBRE EL TAICHÍ Y LA SEXUALIDAD

Si hay un tema que se muestra, generalmente, como un tabú en cualquier ámbito, y aún más en el del Taichí en particular, es el del Taichí y la Sexualidad, pero quienes enseñamos y practicamos Taichí, no podemos olvidar este importantísimo tema, ya que va unido intrínsecamente al ser humano, y que además le aporta unos sentimientos y sensaciones, de lo más positivas, para su vida.

La práctica del taichí mejora positivamente las relaciones sexuales, pues todas las sensaciones y los sentimientos se intensifican, y la conexión con la pareja se hace mucho más perceptible, el sentimiento de unión y amor, el dar y recibir, la aceptación de lo que el otro es, lleva a mejorar esa relación, lo cual, aporta evidentemente, al practicante de Taichí, un grado más de felicidad a su vida cotidiana.

Sus movimientos suaves, lentos y circulares, basados en la observación de los ciclos de la Naturaleza, van desbloqueando los canales de energía del cuerpo, generando vitalidad. La energía comienza entonces a fortalecer los órganos internos, la estructura ósea, así como los órganos sexuales, tanto femeninos, como masculinos, fortaleciendo también los sistemas: digestivo, circulatorio, inmunológico y nervioso.

Fortalece los músculos pélvicos, y aporta equilibrio en los planos emocional, mental y corporal. Ayuda a controlar la respiración, que se logra acompasar con la pareja, llegando a producirse una unión trascendental y mística.

Cuando practicamos Taichí, cultivamos el chí en nuestro propio cuerpo y de este modo, nos unimos al movimiento del Universo y la Naturaleza, y si hay algo natural y universal en el ser humano, desde que éste existe, es la sexualidad.

Según afirma el profesor Juan Manuel Sesti: "Si el cuerpo está en armonía, la relación entre hombre y mujer será de paz y tranquilidad".

El Taichí desarrolla en sus practicantes el dominio físico, mental y espiritual sobre su propio cuerpo, es consciente de éste y de cómo lo utiliza.

El Taichí recupera y preserva la fuerza de vida o energía vital.  Cultiva la armonía tanto en la quietud, como en el movimiento. Normaliza la producción hormonal y fortalece la región del bajo vientre,  la raíz de la vida.

El Taichí es el movimiento de la unidad, y la unión y equilibrio de dos fuerzas polares y complementarias: Yin y Yang, manifestadas en cielo y tierra, sol y luna, hombre y mujer, cuerpo y espíritu.... Es la unión perfecta de lo masculino y lo femenino. La interacción armónica de estas energías genera y sustenta la vida y, por eso, hoy en día hay, hasta quienes lo recomiendan,  como un modo no invasivo de cultivar la fertilidad.

Myriam Cobos

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