sábado, 16 de enero de 2016

EL PLANETA DE LA VERDAD

Mario caminaba por la calle aquella noche de vuelta a casa después de un duro día de trabajo, en la empresa le habían “apuñalado” varios compañeros  por la espalda, su jefe no le había pagado argumentando una excusa, que ni él mismo se creía. 

Al llegar al portal se encuentra con su vecina Pepi, que nunca le hablaba y hoy, justo hoy, le saluda y pregunta por su mujer:

- Hola, hace días que no veo a tu mujer ¿Está enferma?

Mario, mira al techo, respira hondo para que la vecina no pague todos los platos rotos y le dice:

- No, gracias, está bien.

Mario desea que el viaje en ascensor termine cuanto antes, ya tiene un nudo en el estómago que parece que le va a explotar…

Por fin llega a casa, y antes de meter la llave en la cerradura, la puerta se abre y se da de cara con su suegra, desde luego, hoy no es su día…

Ésta, con una sonrisa falsa, le dice:
- ¿Qué tal estás?

¡Como si a ella le importase! Pero la puerta está aún abierta y los vecinos pueden escucharla.
- Bien –contesta desganado Mario.

Pasa a la cocina a cenar un poco y se sienta delante del ordenador, abre el Facebook y se desahoga en un post: “No aguanto la falsedad y la hipocresía…me quiero cambiar de planeta”.

Cierra el Facebook y antes de irse a la cama sale al balcón, sus ojos se clavan suplicantes en el inmenso cielo…

De pronto, comienza a ver, cómo una luz lejana va acercándose, ¿Será una estrella fugaz? ¿Será un avión?…

Observa cómo esa luz se acerca cada vez más… no, no, espera, es un planeta gigante, redondo, brillante…

Un ser luminoso se acerca, le saluda con la mano y se la tiende:

- Vamos Mario, es hora de volver a casa- le dice ese ser extraño con una sonrisa- tú no eres de aquí, tú eres de nuestro planeta, el planeta de la Verdad.

Mario suspira y empieza a comprenderlo todo. Sin pensárselo, da un paso y se aleja a toda velocidad en una nave con forma de corazón.

Myriam Cobos




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