Pero llegó un día especial, de esos en el que todos se felicitan y se desean lo mejor, en el
que se reparte amor, unas veces verdadero y otras incluso fingido...
y él, ansioso esperando recibir esas muestras de amor...solo recibió:
silencio...vacío...nadie le "regaló" nada...
Muy triste se dirigió a su maestro y le preguntó:
- Maestro, ¿Por qué nadie me regaló amor, cuando yo siempre lo dí?
El maestro miró al aprendiz con cara de enfado y le regañó:
- ¿Por qué has sido tan egoísta?
El aprendiz desconcertado no sabía qué decir...cuando estaba a punto de soltar una
lágrima, el maestro condescendiente le puso la mano en el hombro y le habló dulcemente:
- No seas tan egoísta, no quieras que te regalen lo que tu ya tienes a raudales, lo que a ti te
sobra en abundancia, porque tienes en tu interior un almacén de amor que rebosa...no
debes desear lo que ya posees.
El aprendiz se quedó pensativo...y le dio las gracias al maestro, volvió a casa y comenzó a
enviar amor a todos sus amigos, y se dio cuenta, que cuanto más enviaba más se llenaba
él también.
Myriam Cobos
No hay comentarios:
Publicar un comentario