sus hojas son los pétalos del corazón,
sus rojos atardeceres, la pasión del alma...
Nada hay más dulce que dejarse acariciar
por la brisa cálida del otoño,
por los rayos luminosos del sol de ocaso,
y dejarse arrullar, con los ojos cerrados,
por la embrujadora música del viento.
Myriam Cobos
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