miércoles, 11 de enero de 2017

TRÁNSITO

Ella vino a buscarla aquella tarde de invierno, como le había prometido hacía tiempo, permanecía silente a los pies de aquella cama, envuelta en una luz dorada, con los ojos brillantes y una enorme sonrisa. Alzó los brazos y le dijo con ternura: ¡Ven conmigo!

Graciela, sin salir de su asombro, con los ojos muy abiertos, se incorporó de la cama, notó de repente cómo la agilidad había regresado a su cuerpo, sentía las piernas, hasta ahora inmóviles por la enfermedad y sus muchos años, tenía ganas de bailar, de saltar, de cantar…no dudó en avanzar alzando también sus brazos.

Ahora, podía hablar, y gritó con profunda emoción: ¡Cuánto te he echado de menos, mamá!


Myriam Cobos
Fotografía propiedad de Myriam Cobos


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