domingo, 5 de enero de 2014

NOCHE DE REYES

En la noche de Reyes, mis padres salían a comprar los regalos, yo les entregaba la carta que con tanta ilusión había escrito, para que se la entregaran a los mismísimos Reyes Magos en persona, decían al marchar: "Vamos a encargar los Reyes".
Mientras tanto, yo me quedaba al cuidado de mi abuela paterna, con quien convivíamos.
Recuerdo esa noche con mucho cariño: Mi abuela, en la cocina, sentada al lado de la estufa de carbón, y yo, sentada sobre sus rodillas, escuchando atentamente todas las historias que me contaba, mientras íbamos asando lentamente las castañas en la lumbre…

Me hablaba de los Reyes Magos, de lo que a ella le traían cuando era pequeña, que solía ser un puñado de castañas o de almendras garrapiñadas, y una "perra chica", añadía siempre, de esas del agujerito en medio. 
Me contaba con cuánta ilusión los esperaba, y sus ojos comenzaban a brillar y sus muchos años desaparecían, y se convertía en aquella niña ilusionada, en la que yo también me veía reflejada, me contagiaba la emoción, y mi fantasía, de habitual desbordada, iba en aumento…

Me contaba cómo los reyes Magos fueron a llevar regalos al Niño Jesús… Entonces mi corazón latía más fuerte…
¿Cómo era posible, pensaba yo, cómo podía ser que esa misma noche pasaran por mi casa, si eso había ocurrido hacía tantos años?...

Pero mi abuela respondía: ¡Por eso son MAGOS! Entonces la emoción crecía, y yo pensaba que, cómo podía ser, que alguien tan mágico, poderoso e importante, que habían conocido nada más y nada menos que a Jesús, José y María, pudiesen venir esa noche a mi humilde casa, por mí, una pequeña niña perdida en los confines del mundo…

Y mi abuela repetía con el brillo de la ilusión en los ojos…¡Es que son Magos! Entonces me parecía, que ser mago debía ser lo más maravilloso del mundo…

Después comíamos las castañas, y mi abuela seguía contándome relatos y cuentos que ella misma inventaba y que sabía que a mi me fascinaban...

Cuando al fin llegaban mis padres la emoción era aún mayor ¡Habían podido ver a los mismísimos Reyes Magos en persona, y les habían entregado mi carta y les habían dicho que esa noche pasarían por mi casa a dejar regalos porque había sido muy buena!...

Había que irse a la cama...pero yo no podía con tanta emoción..cantaba, reía, bailaba, saltaba...el corazón me brincaba dentro del pecho...Pero me convencían rápidamente diciéndome: que si se hacía de día y no me había dormido, pasarían de largo si me veían despierta, y no me dejarían nada.

Por otro lado me daba miedo, eso de que tres señores magos, tan importantes, grandes, poderosos...apareciesen en mi casa en mitad de la noche, me imponía bastante, pero el saber que me dejarían regalos me aliviaba esos pensamientos, pues entonces no era como ahora, entonces los niños solo recibíamos regalos  por nuestro cumpleaños y por Reyes, sólo dos días al año, y a mí encima me pillaban muy cercanos, por lo cual me pasaba todo el año soñando que este día llegase.

Antes de ir a dormir, con especial cariño y dedicación preparaba, junto a mi madre, una bandeja con turrones, polvorones, mazapanes...y tres copitas de anís, una para cada Rey Mago, porque con tanto frío y tanto trabajo, debían animarse...

Lo de dormir era otra historia, me tapaba la cabeza con las mantas y cerraba fuertemente los ojos...y sin saber cómo, ni cuando, había amanecido...
Desde la cama y aún con el miedo y la incertidumbre dentro, preguntaba a voces: ¿Han venido ya los Reyes? 
Y una voz lejana y aún medio dormida de mi padre contestaba: "Sí, ya han venido".
Entonces daba un salto de la cama (mis padres también, pues no querían perderse mi cara de sorpresa e ilusión), y comenzaba a ver paquetes de regalos esparcidos por el suelo, en los más inesperados rincones, escondidos...yo solo había pedido una o dos cosas, y aquello superaba siempre todas mis expectativas...¡Había hasta paja de los camellos por el suelo! Faltaban polvorones, pues quedaba solo el envoltorio, y las copas ¡Estaban vacías! Hasta algunas consevaban el baho de haber bebido...
Sin duda alguna, los Reyes Magos habían estado allí...Y yo, entonces, quedaba totalmente convencida de que eran mágicos.

Cuando descubrí quienes eran los Reyes (Una profesora en clase tuvo el "detalle" de decírnoslo antes de Navidad), el agradecimiento hacia mis padres fue infinito, no tenía suficientes palabras de agradecimiento para ellos por haber cumplido mis sueños  y mis ilusiones durante todos esos años, les estaré eternamente agradecida.  Porque, aún con el paso de los años, en esta mágica noche de Reyes, siempre sigue viviendo en mí la intensa y maravilllosa sensación, de que algo mágico, está a punto de suceder.

¡¡¡FELIZ Y MÁGICA NOCHE DE REYES!!!

Myriam Cobos

5 comentarios:

  1. ¡Preciosa historia Myriam! Contada magistralmente con la ternura y la islusión de esa niña que aún vive en ti.
    Muchas gracias por compartir con tus lectores algo tan maravilloso.

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias Jose Luis Giménez!
    Me alegra saber que te ha gustado :)
    Debemos conservar esa ilusión, emoción y ternura de la niñez,
    y llevarla siempre en nuestro corazón.
    Un fuerte abrazo :)

    ResponderEliminar
  3. Es una historia verdaderamente maravillosa, es cierto, que a una la invade la ilusión y la magia en esta noche grata, la verdad siempre sueño que tres señores vienen cargaditos de regalos para los niños de todo el mundo. Te felicito amiga, por tu imaginación y llevar en ti esa niña que siempre has sido. Feliz Noche de Reyes Magos.

    ResponderEliminar
  4. ¡Muchas gracias Ruth Pizarro Guzmán!
    Me alegra saber que te ha gustado :)
    Efectivamente debemos conservar esa imaginación y emoción de la niñez, eso nos hace sentirnos vivos y afrontar la vida con ilusión.
    Felíz noche de Reyes!!!
    Un fuerte abrazo :)

    ResponderEliminar
  5. Mi comentario es parecido al que ya te han hecho tus anteriores amigos, si es verdad que esa ilusión e inocencia de la niñez es maravillosa.
    Un abrazo, Juanita

    ResponderEliminar